Nuestros interlocutores necesitan encontrarse con Jesús: una catequesis que no los lleve a aprender a
escucharlo y a dejarse acompañar por Él, no logrará su objetivo, no será verdadera catequesis.
Tres dinámicas
Para el logro de este objetivo de la catequesis podemos hablar concretamente de tres dinámicas.
1. La dinámica del ponerse en camino: Y haciendo referencia a los discípulos de Emaús nos ubicamos en ese camino que va desde Jerusalén - lugar de la salvación - a Emaús, los discípulos se alejan de Jerusalén y van a Emaús, Jesús caminará con ellos, compartiendo su conversación, entrando en su mundo alterado. El camino se detiene, la intimidad de la amistad se manifiesta en el signo del comer juntos. Después - Regresan a Jerusalén. Tienen una extraordinaria comunicación que hacer a los Once: haber reconocido al Señor.
2. La dinámica del diálogo: Toma la iniciativa Jesús, quien con su pregunta estimula y educa las preguntas de los otros, abriéndolos a nuevas verdades. «¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?» El camino se interrumpe, compara mirar a Jesús. Y Cleofás, responde: «¿Eres tú el único en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Jesús entra en el juego. ¿Qué ha pasado?”. Y viene fuera la historia “Lo de Jesús de Nazaret… Pero en su explicación está implícita su frustración: Esperábamos que él... Aquí está el problema de estos discípulos: tenían en mente una concepción del Mesías y, por lo tanto: un Jesús según ellos. De aquí parte Jesús. “Qué torpes son para comprender y que duros de corazón para creer… Y, Jesús hace hablar a las Escrituras, da espacio a la Palabra de Dios. Así hace surgir en los discípulos el deseo de decirle: “Quédate con nosotros, porque es tarde…”. Y finalmente la última pregunta, tan diferente de la primera. “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”.
3. La dinámica de las actitudes: Si el camino indica las etapas de la fe, las actitudes expresan los sentimientos de fondo, el proceso de maduración: conocimiento, confesión, toma de conciencia, ardor de corazón, reconciliación. Desde un abandono - fuga, de un lugar de revelación y de vida de la comunidad... a un rápido regreso a Jerusalén, en la comunidad de los Once, portadores no solo de noticias, sino de un anuncio de Resurrección. De un clima de profunda tristeza, porque no tienen esperanza... a un clima de ardor (“ardía nuestro corazón”), por la esperanza renacida de la fe reencontrada. De la incapacidad de leer los pequeños signos, pero ciertos («algunas mujeres... algunos de los nuestros nos han dejado desconcertados») al reconocimiento gracias al doble gesto de la palabra y el pan, hechos por el Resucitado (“les explicó las Escrituras, partió el pan y se los dio”).
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